sábado, enero 31, 2009

La poética de Facebook, ante la caverna digital


La poética de Facebook, ante la caverna digital
Jorge Alberto Hidalgo Toledo

El mundo está ávido de decir y no callar. Todos tiene algo que compartir, qué expresar. Palabra, imagen, sonido; la posibilidad de marcar el mundo, de dejar un rastro, una pequeña pista para que sea el otro quien descifre el enigma de nuestra propia existencia. Mostrar y dejarnos ver todo. Poco a poco. No nos resulta suficiente el cara a cara, por ello, la palabra fluye y recorre la red buscando un espacio, una pantalla, una interfaz por la cual puede salir y mostrarse; mostrarnos.
He ahí la bondad del Internet, los foros de discusión, los chats, las redes sociales, la web 2.0. El ciberespacio; una nube, un único e integrado punto de referencia por el cual se interconecta toda nuestra existencia. La vida misma hipervinculada. Suscrita y sindicada en formato RSS. A la vista y descargable, podcasteable.
Quién como nosotros para aceptarlo como amigo y agregarlo a nuestra lista interminable de contactos; de referencias; de espejos encarnados en avatares, fotogramas o animaciones en formato .GIF.
¿Por qué esta imagen y no la otra? ¿Por qué escogemos a detalle la palabra, la figura, la canción, el video o el regalo a compartir? ¿Qué queremos validar?
Estar en el mundo, ser parte del mundo, integrarnos al mundo y salir del encajonado espacio en el que nos tocó vivir es para muchos más que una razón para explorar la red.
Hi5, Facebook, Unik, Freindster, Sonico, Metroflog, Blogger, Typepad, Wordpress, YouTube, Flickr, Slideshare, Myspace todos ellos una ventana de nosotros al mundo. Una posibilidad de acentuar las señales de vida y decirle al hombre mismo: aquí estoy y sólo no me basto.
Facebook, como muchos espacios de la web 2.0, atraen en sí por la posibilidad de hacer del mundo nuestro propio cuarto; ese pequeño y privado espacio donde guardamos secretos, colgamos el póster del artista admirado, donde leemos los textos más apasionados y escuchamos las tonadas más vibrantes.
Facebook es eso, uno de los pocos espacios que la Generación Mi Medio guarda como propio. Mi espacio (mi perfil), me pertenece sólo a mí y yo decido quien lo ve y quién entra a mi universo. No tener uno, es como no estar en el mundo. Construir mi blog, mi canal, mi perfil, mi Facebook, es construir mi propia identidad de cara al otro. Siempre pensando en ser visto y cómo quiero ser visto y en algunas veces tal como soy -aunque eso se desdibuja poco a poco con el tiempo, con mis posts.
Construir mi Facebook es modelar, diseñar, maquetear, esculpir el propio yo desde fuera. Desde la mirada del otro. Atendiendo aquello en lo que se fijan los que están buscando y lo que quieren encontrar. Me boceteo, tal como me gustaría ser encontrado si alguien me googleleara.
En el mundo real me ven y me descubren. en la red, me invento y me proyecto tal como quisiera el otro, encontrar a alguien como yo.
Construir un Facebook, no sólo posibilita el mostrarnos a los otros, sino encontrar a otro como nosotros. Por eso nos abrimos lo más posible. Por eso nos mostramos, como pocas veces lo haríamos en el mundo, por que aquí a la primera aparecerá alguien que busca alguien como yo; con los mismos intereses, gustos y pasiones. Así me evito romper las leyes, el hielo y las pantallas múltiples del primer encuentro cara a cara.
Sin conocer ya te conozco, ya me conoces. Con sólo ver mi muro, sabes lo que pienso y lo que expreso; con quien hablo y lo que callo. Ahí está casi todo sobre mí; lo no escrito, también está legible. En la red se afinan las sensibilidades, se agudizan los sentidos simbólicos, se estimula la inteligencia mediática. Cada color, cada banner, cada aplicación social configura una iconósfera que con el tiempo cada hombre aprende a descifrar.
Participamos en grupos, aceptamos invitaciones. A través de ellos nos validamos consensualmente. Acepto mis afinidades y me suscribo a aquellos donde sé que hay gente como yo. Que no me cuestionaran, que no confrontarán mis principios, que no me intimidarán con argumentos detractores o señalamientos.
El grupo es un escudo humano; una coraza; una burbuja con la cual nos sabemos únicos, pero no solos en el mundo. El yo que se acompaña es el nosotros de Gabriel Marcel. Es el yo que se realiza en los otros.
Yo soy mi mundo y mis circunstancias. Yo soy mi grupo y sus causas. Mis batallas se vuelven nuestras. Sus pasiones se vuelven mías. En el grupo, las búsquedas se realizan, los hallazgos se multiplican, al aprendizaje se acelera y la inteligencia establece sinapsis en modo exponencial.
El grupo es la prueba viva de la inteligencia colectiva; el vehículo de la comunicación solidaria; del trabajo desinteresado cuya materialización es vista siempre como bien común.
Participamos en aquellos que nos dejan expresarnos; aquellos en los que nos reconocen; en los que se expresa una valía por nuestros aportes. Estar en un grupo o miles a la vez es la posibilidad misma de la omnipresencia. Porque estar en uno es estar en todo y en todos los puntos a la vez. La red permite eso, establecer vidas múltiples y paralelas y no perderme nada por estar en un punto y no en los otros como ocurre fuera del contexto on-line.
Una espera como beneficio de todo grupo establecer una comunidad virtual; es decir, una pulsión de pulsiones. Un complejo, una galaxia de amistades que ante la cohesión atómica de los gustos afines y las preferencias seamos uno. Estar en el grupo es ampliar nuestra red de contactos, servir de nodo para el encuentro de los otros. Tener un espacio seguro para la expresión.
El grupo, corazón del proceso activo de la socialización humana es la matriz que permite la interconexión. Expresarse en el grupo es grafitear el mundo.
Las ideas, valores, conductas, acciones y reflexiones que nacen en su seno, son quizá los mismos que nacen fuera de línea pero sin filtros y siempre mediados. Mediamos, remediamos e hipermediamos. Cada uno emisor, canal, medio y receptor es el mensaje. Lo que en el grupo fluye no son ideas, son personas; no son conductas, sino motivaciones; no son acciones sino intenciones. La reflexión que ahí se expresa es la del reconocimiento de la propia naturaleza.
En el grupo, como en la caverna de Altamira queda siempre el rastro no de la multitud, sino de las individualidades. Cada comentario es dígito, apéndice de nuestra mano que se plasma en la caverna digital.
En Facebook todo se hace visible y ese el propósito. Lo que pesa es lo que digo y a quien lo digo; quien me acepta y a quien acepto. Cuánto soy capaz de apretar el tejido, el punto del telar social es el gran desafío.
Fuera de línea todo el esfuerzo es invisible. Las amistades, los grupos, las afinidades, los temas y logros compartidos. Fuera de línea nada es tangible, el mundo se vuelve un gran imaginario.
En el continente signocrático, cada individuo es una alma por evangelizar. El facebookero se mueve en las "indias digitales" como misionero construyendo altares, templos y misiones. Su gramática, comprensiva entre el nativo y el nómada digital le permite rápidamente tender un puente común; en línea no hay conquista sino encuentro. No hay choque sino engranaje de culturas. No hay división sino hibridación.
En la red cada hombre se siente libre; la estructura hiperjerárquica potencializa la democracia y la toma siempre de control.
Eso sí, jamás la red será como el mundo fuera de línea. La red es la conquista misma de la Utopía. La Nueva Atlantida de Bacon, la Ciudad del Sol de Campanella se hacen tangibles en el ciberespacio. La ultraterrenidad de la nación icónica es la pradera de las libertades. La única historia deleznable del mundo que se narra, es la del mundo "real"; aquel que fuera de línea posibilita que los corderos devoren a los hombres.
En Facebook cada persona se vuelve un narrador; un cronista de su propia existencia; un compilador, en tiempo real de su propia configuración. En la tierra fértil de la red, cada hombre, blando como la cera se muestra sin malicia como un nuevo Adán pero sí con la codicia de captar a otros.
A través de cada imagen puesta en el perfil, las personas gritan cuánto están dispuestos a abrirse a los otros.
Así encontramos:
• A los de imagen anzuelo: aquellas expuestas para captar la atención de otros y llamar de inmediato a la invitación a que los agreguemos como amigos;
• los de imagen espejo: que nos muestra en modo transparente, tal como son, detallando incluso virtudes y defectos de los cuales también nosotros nos mofamos;
• los de imagen simulación: los ubica en una pose, nunca como son, pero sí como les gustaría ser vistos
• los de imagen escénica: ubicada en espacios de representación, donde juegan un papel o rol con el cual quieren ser asociados o identificados;
• los de imagen emocional: la que al igual que el emoticon alude al estado de ánimo, en sí misma imagen señal de la cara oculta del corazón;
• los de imagen ilustración: caricatura desdibujada de uno mismo, porque es más fácil ser lo que otros han sido;
• los de imagen ausente: los que están sólo ocupando el espacio virtual como extensión del espacio fuera de línea, pero no pretenden abrirse a nuevas amistades, sólo ante aquellos que dicen conocer;
• los de imagen nostalgia; que esperan de la red un punto de reencuentro y concluir ahí lo que no pudieron terminar de decir en el pasado;

Múltiples son los rostros que fluyen en Facebook y esa diversidad se potencializa en el álbum. En el complejo gráfico debe quedar asentada la vida pública, la memoria, lo que da sentido y significado al día con día.
De igual forma el video pretende dar movilidad a los recuerdos. Hace del pasado un eterno presente. Un acontecimiento para quien no estuvo ahí. Con el video nos colocamos en todos los rincones del mundo, nos sensibilizamos de las realidades diversas y nos tornamos empáticos a la actualidad del otro.
Un nuevo imaginario es el que se vislumbra en el sendero invisible de la red. Al igual que en la caverna de Platón, nos encontramos con sombras y mundos sensibles. Con objetos que se proyectan y entidades proyectadas. Un juego de luces y sombras que entre la irrealidad de su realidad hacen posible en muchos "un mundo feliz".
La irregular topografía de la red facilita, como expresa Thomas Friedman que la tierra sea plana. Y más se aplana, cuando más datos personales encuentra el otro como referente común. Dos hombres en una pradera juntos forman comunidad.
La dualidad infranqueable de los dos mundos: el de fuera y el en-línea es una confrontación entre el mundo físico, el histórico, el personal y el del anecdotario.
Esta comunidad de hombres no es en sí misma un lugar que no hay, porque aunque no se define su estancia en el tiempo y el espacio, su lugar concreto es la imagen y la palabra, ese lugar donde se dio el primer gesto que permitió a la especie sapiens sapienes distinguir el golpe de una piedra de aquel que la arrojaba. Es pues es en la palabra donde germina el deber ser en el ser y el ser en el deber.
He aquí Facebook es tierra de nadie que como un nuevo Edén, a base de palabras nos vino a juntar. Sin duda, sólo por cronología, nos aproximamos a Babel.