jueves, febrero 15, 2007

La educación para los medios



El profesor Bolívar Chiriboga nos introduce al concepto de Educación para los medios para indicarnos el camino a seguir para la formación de conciencia crítica ante los medios.


La educación para los medios
LA EDUCACIÓN PARA LOS MEDIOS


José Martínez-de-Toda y Terrero (1999, 32) elabora la siguiente definición de educación para los medios:


"Educación para los medios es un proceso que busca formar en el sujeto estas dimensiones educativas: alfabetizado mediáticamente, consciente, activo, crítico, social, y creativo, pero entendido según las teorías más recientes. Tal educación le permitirá participar más plenamente en la cultura popular contemporánea, tal como es presentada en los media masivos"

La pretensión, según este autor, es que el sujeto pueda participar como co-creador y coautor de la cultura popular contemporánea. Para Martínez-de-Toda y Terrero cultura sería un "sistema de significados y valores compartidos que se expresan a través de símbolos" (1999: 32). En este contexto, la educación para los medios permitiría que los sujetos sepan aprovechar los elementos positivos y estar alertas frente a los elementos negativos de los medios.

Tal como consta en la definición de este autor (supra), él plantea la necesidad de considerar seis dimensiones en la educación para los medios y, a través de ellas, elabora una "teoría del sujeto como factor integrador de todas esas dimensiones" (1999:31). Según esta teoría, el sujeto, en diferentes días, edades y contextos sociales reacciona de manera distinta frente a los medios. Cada una de estas dimensiones permite, aproximarse a un conocimiento más profundo de la identidad, la subjetividad y la conciencia del sujeto.

Siguiendo a nuestro autor, vamos a realizar una breve descripción del sujeto considerado desde las seis dimensiones mencionadas. Así, la alfabetización mediática se hace necesaria para que el sujeto esté en capacidad de comprender íntegramente y de forma rápida lo que se le quiere comunicar. Adicionalmente, se necesita un sujeto consciente acerca de la manera en que funcionan los medios y sus procesos de producción, así como de sus intereses comerciales. De esta manera, podrá diferenciar y entender de mejor forma las razones por las que los medios presentan elementos antisociales como la violencia, prejuicios, etc. El sujeto debe ser activo frente a los medios. Esto le permitirá disfrutar de su posibilidad real de deconstruir y reconstruir los significados de los medios desde su propia identidad y contexto sociocultural pero, siempre a partir de una actitud crítica respecto de las ideologías que suelen estar ocultas en los mensajes de los medios y, desde una conciencia de ser social influenciado por diferentes mediaciones culturales, familiares y personales. A partir de esto, podrá crear su propia interpretación por medio de su resignificaciones y, sobretodo, estará en capacidad de crear textos originales para expresar sus propias ideas y sentimientos para aportar en la construcción de una sociedad mejor y en el fortalecimiento y revitalización de su cultura.

La educomunicación debe ser abordada desde la perspectiva de la interdisciplinariedad (en principio desde dos disciplinas: la educación y la comunicación). Al hablar de interdisciplinariedad nos referimos a una relación dialéctica entre tres dimensiones:

Epistemológica: que tiene que ver con el nivel teórico, es decir con el plano científico de las diferentes disciplinas.

Pedagógica: la relación de las disciplinas en el plano de la enseñanza y la investigación. La dimensión pedagógica debe fundamentarse en la epistemología para tener una verdadera base teórico- científica.

Social: que es el resultado de las demandas de la sociedad. La sociedad entera o ciertos grupos sociales plantean de manera cada vez más frecuente temas de estudio e investigación que no calzan en el marco de ninguna de las existentes disciplinas. La educomunicación es un ejemplo en este sentido, puesto que no puede ser estudiada o investigada exclusivamente desde la educación o desde la comunicación y, por lo tanto, debe recibir un tratamiento multidisciplinar.

Es necesario recordar, además, que la realidad es construida socialmente. Esto quiere decir que los seres humanos somos capaces de crear realidades a través del lenguaje. Cuando decimos algo de un modo o de otro, o cuando no decimos nada, abrimos y cerramos posibilidades para nosotros mismos y para los otros. Al hablar modelamos nuestro futuro y el de los demás, modelamos nuestra identidad y el mundo en que vivimos.

Por otro lado, apuntemos que los seres humanos percibimos e interpretamos la realidad a través de esquemas mentales que no son compartidos universalmente sino que están condicionados por la cultura a la que pertenecemos. Las categorías por medio de las cuales filtramos el mundo de los fenómenos no son naturales, son adquiridas culturalmente y compartidas de manera convencional por los miembros de una comunidad.

Los medios de comunicación son capaces de crear realidades a través del lenguaje que emplean.

Estas realidades creadas por los medios de comunicación no serán percibidas e interpretadas de la misma manera por personas pertenecientes a las distintas comunidades culturales. El reto de la educomunicación será, entonces, proporcionar las herramientas necesarias para que dichas personas puedan percibir e interpretar las "realidades" creadas por los medios de comunicación desde sus propios esquemas y categorías, sin que esto implique un proceso de alienación o aculturación, sino una posibilidad de enriquecimiento y desarrollo de su cultura por medio de un apropiado procesamiento de esas realidades creadas, la posibilidad de analizar críticamente esos mensajes para poder tomar de ellos lo que les sirva para crecer y desarrollarse y filtrar o desechar todo aquello que no les sea útil para este propósito.

Entendemos la educomunicación como el estudio de los medios de comunicación y su influencia en las diferentes sociedades y culturas Su objeto es introducir los medios de comunicación en la escuela, justamente pera impulsar procesos de comprensión y transformación del papel colonizador de la educación y la comunicación.

Se habla de la eliminación del colonialismo, sin embargo, la relación entre la cultura occidental y las otras culturas sigue siendo una relación de dominación colonial. En otras palabras, la colonialidad sigue presente. No se trata solo de una subordinación "externa" de las otras culturas a la occidental. Se trata de una colonización del imaginario de los dominados que se manifiesta en una represión sistemática de creencias, imágenes, ideas, símbolos o conocimientos que no son útiles para la dominación colonial global. A esto se suma la imposición del uso de los patrones de expresión propios de los dominadores, sus creencias e imágenes respecto a lo sobrenatural que han servido para impedir la producción cultural de los dominados y como medios muy eficaces de control social y cultural. También se impone una imagen mistificada de sus propios patrones de producción de conocimiento y significaciones. Así, la cultura occidental se convierte en una vía de acceso al poder. Pasa a ser un modelo cultural universal.

La concepción de occidente según la cual su cultura es la única "racional" y que, en consecuencia, es la única que puede tener "sujetos" implica que las demás culturas no son "racionales" y, en consecuencia, son diferentes, pero sobre todo, desiguales, inferiores por naturaleza. En este sentido, la relación entre la cultura occidental y las otras culturas se establece y se mantiene como una relación entre "sujeto" y "objeto". Así se bloquea toda relación de comunicación e intercambio de conocimientos y de modos de producir conocimientos entre las culturas, ya que este paradigma implica que entre "sujeto" y "objeto" no puede haber sino una relación de exterioridad. Dicho paradigma de conocimiento racional fue elaborado en el contexto y como parte de una estructura de poder que implicaba su dominación colonial sobre el resto del mundo. De este modo se expresa la colonialidad de esa estructura de poder.

En este contexto, la educomunicación debe promover la descolonización de la escuela y de la comunicación a través de procesos como los siguientes:

de liberación de producción de conocimiento, de la reflexión y de la comunicación de la trampa de la racionalidad- modernidad occidental;
de destrucción de la colonialidad del poder mundial, es decir, de descolonización epistemológica para dar paso a una nueva comunicación intercultural, a un intercambio de experiencias y de significaciones como la base de otra racionalidad que pueda pretender legítimamente alguna universalidad;
de la liberación de las relaciones interculturales de la prisión de la colonialidad para propiciar la libertad de todas las gentes de optar individual o colectivamente en tales relaciones; la libertad de opción entre las diversas orientaciones culturales, la libertad de producir, criticar, cambiar o intercambiar cultura y sociedad;
de impulsar la liberación social de todo poder organizado como desigualdad, como discriminación, como explotación, como dominación.

¿Qué características tienen los medios de comunicación que los convierte en materiales aptos para su uso en la escuela?

1. La posibilidad de establecer una relación interactiva de los medios de comunicación con otros componentes del curriculum. Entendemos por curriculum la consideración de todas las características que asume en su puesta en acción la situación de enseñanza-aprendizaje.

2. Son activadores de conocimientos. Permiten partir del saber de los estudiantes.

3. Posibilitan la alternancia con la actividad del sujeto en su realidad. Si el sujeto debe actuar en verdad con su realidad, es allí donde debe encontrar respuestas. Los medios, en este sentido, pueden ayudarle a hacer preguntas, a orientarse para enfrentarse con el problema sin darle conclusiones ni soluciones acabadas.
4. Permiten la integración de teoría y práctica. En este sentido, los medios pueden acompañar al proceso de acción- reflexión- acción que deberá cumplir el estudiante. Servirán como fuente de información o confrontación. Los medios no deberán proporcionar respuestas, sino plantear conflictos, dilemas, alternativas, y, especialmente, promover una permanente relación dialogal práctica- teoría práctica; acción- reflexión- acción.

5. El aprendizaje debe ser significativo para el que aprende. El uso de los medios en el aula tendrá, entonces, en cuenta los intereses inmediatos de los distintos grupos de alumnos que, aún en un mismo país pueden pertenecer a diferentes culturas y realidades. En este sentido, más que contenidos, los medios deben ofrecer herramientas para la investigación. Ayudarán a promover la integración y funcionamiento de grupos de estudio que coadyuven en la destrucción de conductas estereotipadas, en la reestructuración de los modos de pensar y de enfrentarse a distintas situaciones y, a "poder realizar una adaptación activa a la realidad"

6. El rescate del entorno como ambiente de aprendizaje. Los medios remiten a la realidad y los estudiantes la usarán como campo experimental. Los contenidos de los medios deberán, con este propósito, presentarse con relación a situaciones problemáticas en función de cuya resolución gire todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. La presentación de contenidos como proyectos de acción impide que el estudiante se maneje exclusivamente con elementos teóricos que muchas veces no tienen ningún significado para él y le proporciona la oportunidad para corroborar los elementos teóricos con sus experiencias prácticas. De esta forma, "cada unidad curricular puede convertirse en un proceso de investigación", en un proceso de construcción de hipótesis, de explicación y acción sobre la realidad, para cuya comprobación, el estudiante tendrá que regresar a las fuentes informativas, es decir, a las asignaturas del currículo. Los medios no contienen todo, sino partes comparables o combinables según su naturaleza (impresos, visuales, audiovisuales, informáticos, etc), que el estudiante habrá de completar con sus propios aportes.

7. Participación real (no simbólica) del estudiante en su proceso de aprendizaje. Para este propósito, los estudiantes deberán generar materiales producto de su acción investigativa. Así, los medios activarán la relación entre los que enseñan y los que aprenden, permitirán el reconocimiento del valor de los aportes que serán fruto de la experiencia de personas que son, de hecho, hacedoras de cultura y protagonistas de su propia historia y, en consecuencia, poseedoras de saberes y conocimientos para aportar y enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje.

8. Manejo autónomo y crítico de la información. Los medios que son de hecho fuente de información, asumen, aquí, un papel destacado. Deberían, entonces, convertirse en ejercitadores de las operaciones del pensamiento reflexivo (analizar, describir, comparar, sintetizar, relacionar, clasificar, etc.) que posibiliten adquirir o mejorar las habilidades intelectuales necesarias para comprender, seleccionar y analizar la información.

BIBLIOGRAFÍA


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Bolívar Chiriboga
Profesor Agregado Universidad Politécnica Salesiana
Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
Comunicación Social y Antropología Aplicada
Quito-Ecuador

¿Por qué es necesaria hoy una educación para los medios?



Juan-Francisco Torregrosa explica por qué se hace necesaria una educación crítica ante el uso de los medios.


¿Por qué es necesaria hoy una educación para los medios?

La influencia de la educación para los medios ha crecido en los últimos años, sobre todo en países de América Latina, pero también en muchos otros, entre ellos España. En todos estos lugares, y en otros, se han logrado avances, más o menos o considerables, en el sentido de introducir en el currículum escolar el estudio, el uso como recursos educativos, la creación y el análisis en torno a los diversos medios de comunicación, como la prensa escrita y los audiovisuales, en particular la televisión, dada su influencia y su penetración en prácticamente todos los hogares. En los que, como señalan algunos autores, en una acertada imagen metafórica, el televisor (los diversos televisores, hasta tres y cuatro en muchas casas) ocupa hogaño el lugar que antaño tuvo el fuego primigenio y aglutinador.


La educación para los medios hace hincapié en la necesidad de propiciar en niños y jóvenes una lectura y una recepción crítica de los mensajes provenientes de los distintos medios; todo ello, insistimos, mediante la reflexión y el análisis. Un aspecto determinante es que los alumnos aprendan los lenguajes para que ellos mismos puedan expresarse y realizar sus propios contenidos audiovisuales o literarios, fomentando con ello su creatividad y su capacidad para ofrecer alternativas estéticas o ideológicas en sentido amplio (propuestas sobre valoración del entorno y sus circunstancias, refuerzo de determinados valores sociales, etcétera, desde una concepción constructivista en la que el alumno es protagonista de su propio proceso de aprendizaje, descubrimiento y experimentación.

Las más relevantes instituciones supranacionales se han ocupado del tema que abordamos. Es el caso de la UNESCO, que hace un cuarto de siglo expresó que con el término “educomunicación” o Educación para los Medios se hace referencia a todas la formas de estudiar, aprender y enseñar, a todos los niveles, y en toda circunstancia, la historia, la creación, la utilización y la evaluación de los medios de comunicación como artes prácticas y técnicas, así como el lugar que ocupan los medios de comunicación en la sociedad, su repercusión social, las consecuencias de la comunicación mediatizada, la participación, la modificación que producen en los modos de percepción y el papel del trabajo creador y el acceso a los medios de comunicación.

Promover una comprensión crítica

Algunos años después, el propio organismo entendía que “los sistemas políticos y educacionales deben asumir las obligaciones que les incumben para promover entre los ciudadanos una comprensión crítica de los fenómenos de la comunicación” [1]. Algunas líneas de actuación, como las que a continuación se enuncian, podrían “hacer más eficaz la educación”:

1. Organizar y apoyar programas integrados de educación relativa a los medios de comunicación desde el nivel preescolar hasta el universitario y la educación de adultos, con vistas a desarrollar los conocimientos, técnicas y actitudes que permitan favorecer la creación de una conciencia crítica y, por consiguiente, de una mayor competencia entre los usuarios de los medios de comunicación electrónicos e impresos.

2. Desarrollar cursos de formación para los educadores y diferentes tipos de animadores y mediadores encaminados tanto a mejorar su conocimiento y comprensión de los medios de comunicación como a familiarizarlos con métodos de enseñanza apropiados que tengan en cuenta el conocimiento de los medios de comunicación a menudo considerable, pero aún fragmentario, que posee ya la mayoría de los estudiantes.

3. Estimular las actividades de investigación y desarrollo concernientes a la educación sobre los medios en disciplinas como la Psicología y las Ciencias de la Comunicación.

“Empresas de Concienciación"

Masterman aboga por una enorme ampliación de la conciencia crítica y el desarrollo coherente de programas educativos que fomenten la autonomía. Los acontecimientos, pasados o presentes, avalan la teoría de este autor que considera a los medios de comunicación como auténticas “Empresas de Concienciación”. En el caso del trabajo teórico-práctico con el medio televisivo en la enseñanza hay que ser conscientes de algo definitivo, en lo que coincide la mayor parte de la doctrina más autorizada: “¿Cómo no hacer entrar la televisión en la escuela, si ya está dentro, quiérase o no, por la influencia que ejerce sobre los saberes, las actitudes y los comportamientos de los alumnos? La televisión siempre es educativa, aunque lo sea de una manera que escape a la pedagogía” [2]. Una vez constatado que el medio por excelencia es, como el resto de soportes, siempre educativo (o, si se quiere, deseducativo) a la escuela corresponderá enseñar a sus miembros a ver la televisión, a leer todos los medios en el aula.

De la propaganda a la información (o el despertar de la conciencia crítica por la fuerza de los hechos)
El espíritu crítico que la educación para los medios (que no para los miedos) pretende fomentar, ha estado desde el 15 de febrero de 2003 especialmente instalado entre la sociedad planetaria. En este caso por la fuerza de los hechos consumados. Y es que en medio de la concreta barbarie que ha asolado el mundo, en medio de la atrocidad planeada y finalmente perpetrada, resulta edificante ver cómo la opinión pública universal ha alzado sus voces de repulsa. En esta guerra, -ilegal e injusta, recordémoslo- que Estados Unidos ha dado por terminada, los gobiernos beligerantes sólo han estado a la altura de sus intereses y su megalomanía.

Y España, del “rincón de la Historia”, Aznar dixit, ha pasado al pelotón de cabeza de los pistoleros de la libertad imbuidos de poder soberano. De la mano de un Gobierno como el norteamericano, muy cercano a la extrema derecha, de un gobierno imperialista que decide cómo y cuándo administrar el planeta a su antojo. Es tal la gravedad de lo que hoy está ocurriendo que millones y millones de ciudadanos perciben el peligro en una medida que no parece exagerada. El peligro de que definitivamente los países ricos y poderosos (los Estados Unidos de América, sobre todo y a distancia) instalen el todo vale, el terrorismo planetario, al margen de lo que digan las instancias internacionales más acreditadas, como la Organización de las Naciones Unidas.

La alfabetización mediática, como ejercicio de formación en la responsabilidad y la independencia de criterio, tiene aquí mucho que ver. La conocida idea según la cual la primera víctima de toda guerra es la verdad resulta muy cierta. Un ciudadano comprometido ha de intentar discriminar entre propaganda e información, y de esta manera avanzar desde la una hasta la otra. Los medios de comunicación, en especial la televisión, juegan un papel decisivo en aspectos como la definición de quién es el agresor, como ha destacado el sociólogo Javier Callejo en un artículo reciente en esta misma publicación. Pensemos también en otros hechos significativos como el denunciado en una carta al director publicada en la prensa nacional: Pedro Almodóvar dedica, en inglés, su premio Óscar, literalmente “a quienes alzan sus voces en contra de la guerra”. Y en el Telediario de Televisión Española dicen que dijo “a quienes están en contra de la guerra”. Y sin embargo el cineasta empleó el verbo “rise” (elevar, subir, levantar, alzar). Lo cual es bien distinto. Con razón se asegura que traducir es traicionar... En este caso o hay censura y mala fe o una ignorancia inexcusable.

En muchas ocasiones, la desinformación y la manipulación pasan de ser un riesgo a constituir una evidencia. Es sintomático que Antena 3 haya empleado en su careta de entrada al bloque de noticias sobre el conflicto bélico la expresión “Guerra a Sadam” mientras que Tele 5 titula “Ataque sobre Iraq”.

Qué distintas son ambas cosas. Por esa diferente percepción de la realidad comienza todo lo demás. Pero no culpemos a los medios, tan sólo sometamos a filtros racionales cuanto nos llega a través de ellos. Eso es lo que han hecho ante la guerra muchos miembros de la opinión pública, muchos ciudadanos. El atropello era tan grueso que no han engañado a casi nadie. Algunos políticos se han retratado. Pero más allá, y sobre todo, se ha evidenciado que la gente tiene un criterio, una capacidad de respuesta y conoce bastante bien dónde se sitúan los límites de lo tolerable.

Juan-Francisco Torregrosa es periodista y miembro de AIRE Comunicación (Asociación de Educomunicadores. Este artículo fue publicado en el nº 6 de la edición impresa de la revista Pueblos, junio de 2003, pp 22 y 23.

Notas

[1] Masterman, Len: La enseñanza de los medios de comunicación, Ediciones De la Torre, Madrid, 1993, pp. 286 y ss

[2] Jacquinot, Geneviève: La escuela frente a las pantallas, Aique, Buenos Aires, 1996, pág. 10.

Metas y finalidades de la edu-comunicación



José Ignacio Aguaded Gómez habla de la educación en medios de comunicación y la integración curricular de los medios.


Metas y finalidades de la edu-comunicación

Si partimos de la base de que cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje requiere una planificación, es evidente la necesidad de justificar cuáles son los objetivos de la integración curricular de los medios, admitiendo que las aspiraciones de la edu-comunicación no pueden ser esencialmente conceptuales, sino más bien actitudinales y valorativas.


El aspecto clave que justifica la educación en medios de comunicación es el desarrollo de la capacidad de análisis y crítica del alumno y para ello habrá que favorecer una toma de conciencia ante los medios, que facilite esa necesaria distancia para apreciar los mensajes de estos. En consecuencia, la tarea verdaderamente importante y difícil del profesor de medios será fomentar en sus alumnos la confianza en sí mismos y la madurez crítica suficientes para que puedan aplicar sus juicios de valor. Por tanto los objetivos irán encaminados a: descubrir los mecanismos, simbolismos y estrategias que emplean los medios para construir la realidad y seducirnos, así como a seleccionar y descubrir las intenciones ocultas y valores que los medios, con una aureola de transparencia, transmiten.


Además, será muy importante identificar y comprender las principales funciones y propósitos de los medios, especialmente, la información, la formación y el entretenimiento, como conocer el funcionamiento de los medios, el modo en que se constituyen como industrias culturales, los intereses y poderes asociados y su papel en la sociedad. La educación en medios ha de procurar, por otro lado, desarrollar la creatividad, la innovación y la cooperación, utilizando la expresión y comprensión de los medios como nuevo lenguaje comunicativo, utilizando para ello técnicas de investigación y documentación, mediante la búsqueda, selección, e interpretación de la información.


En suma, se busca educar para el pluralismo y la tolerancia, a través del contacto con la diversidad de culturas, de expresiones y de formas de vida, y todo ello introduciendo una metodología participativa en el aula con múltiples recursos y cauces de información y comunicación entre los distintos miembros de la comunidad escolar y líneas de cooperación e intercambio con el exterior.


La educación en medios ha de crear espacios educativos que faciliten el aprendizaje, mediante el acceso a la información y a la producción de comunicación por parte de profesores y alumnos, valorando la función social de los medios de comunicación de masas y de los nuevos medios técnicos y su importancia como instrumentos de cooperación y solidaridad.


En definitiva, la educación en medios deberá plantearse como una educación «multidimensional» que sitúe al alumno ante el proceso de la comunicación como emisor activo y como receptor crítico, fomente la creatividad y sensibilidad hacia los nuevos lenguajes, enseñe a decodificar sus códigos y a analizar críticamente sus contenidos, enriquezca los criterios de juicio, aumentando su autonomía y distanciamiento ante los mensajes de los medios, abriendo nuevas perspectivas hacia otras culturas, favorezca la expresión y comunicación mediante el lenguaje audiovisual, con la creación y elaboración de productos mediáticos, y desarrolle la socialización y la participación, en una actitud de apertura, de plena libertad de expresión y de rechazo de todo adoctrinamiento desde los medios.

Educación en medios de comunicación


José Ignacio Aguaded Gómez nos habla del analfabetismo audiovisual y la importancia de la educación en medios de comunicación para la formación de conciencia crítica.


Educación en medios de comunicación

El fenómeno del «analfabetismo audiovisual», tal como apunta Tyner (1993) es una realidad palpable en nuestra sociedad. Cada vez más investigaciones y estudios demuestran que el consumo masivo e indiscriminado de los medios no lleva parejo, más bien al contrario, un conocimiento de los códigos del lenguaje audiovisual, provocando situaciones de indefensión ante sus mensajes (Aguaded, 1999; Pérez Tornero, 1993).


La educación en medios de comunicación no puede reducirse al uso de los medios en cuanto tecnologías al servicio del proceso de enseñanza-aprendizaje, por muy interesantes y didácticas que éstas puedan ser, o por lo mucho que motiven y faciliten este proceso, ni tampoco es posible entenderla como una formación específica para el ejercicio de determinadas profesiones en el campo de las comunicaciones sociales. Su sentido y finalidad ha de ser la formación de la conciencia crítica y el desarrollo de actitudes activas y creativas en los alumnos para conocer y comprender los envolventes procesos de comunicación que vive la sociedad de hoy.


Concretamente, la educación en medios de comunicación, en el marco de una enseñanza de calidad, tendrá que definirse atendiendo a las expectativas que los niños y jóvenes tienen en cuanto a los medios. No se trata tanto de defenderlos de ellos, ya que aunque es cierto el uso y abuso indiscriminado que se hace de los mismos, no se deben obviar las enormes ventajas de su expresión y comunicación.


También es necesario considerar el análisis del contenido y la relación que mantiene el sujeto receptor con los medios de comunicación, de manera que se pueda establecer una confrontación entre la propuesta cultural de los medios ?como parte de la sociedad?, y las percepciones espontáneas que se puedan tener, para esclarecer con ello las convergencias y divergencias. Por otro lado, hay que tener presente una formación de personas que sean conocedoras de los nuevos lenguajes audiovisuales de nuestra sociedad y sean capaces de apropiarse críticamente de ellos y de emplearlos creativa y activamente como canales personales de comunicación.


En esta línea, hay que tender hacia una acción pedagógico-didáctica, adecuadamente organizada que promueva una actitud crítica, una comprensión del lenguaje audiovisual, de la estructura y función que los medios representan y además incentive las capacidades y actitudes de los alumnos. En suma, la educación en medios debe tender hacia una concepción globalizada del fenómeno educativo en su doble interacción con los medios, como objeto de estudio dentro de la escuela y como instrumento al servicio de un modelo alternativo de comunicación educativa.


La UNESCO, en 1979, establecía una definición que se ha considerado como el patrón de referencia para este ámbito de conocimiento: «Todas las formas de estudiar, aprender y enseñar a todos los niveles (...) y en toda circunstancia, la historia, la creación, la utilización y la educación de los medios de comunicación como artes prácticas y técnicas, así como el lugar que ocupan los medios de comunicación en la sociedad, su repercusión social, las consecuencias de la comunicación mediatizada, la participación, la modificación que producen en el modo de percibir, el papel del trabajo creador y el acceso a los medios de comunicación» (UNESCO, 1984).


La educación en medios de comunicación puede definirse, por tanto, como «la educación de los niños y niñas y jóvenes de ambos sexos para que sean receptores críticos, selectivos y activos ante los mensajes que reciben a través de los distintos medios de comunicación» (Bernabeu, 1994), de manera que en el centro se desarrolle una verdadera «cultura comunicativa».


Los destinatarios de este nuevo «eje transversal» de la enseñanza pueden ser los maestros y profesores de todos los niveles del sistema educativo y de todas las especialidades curriculares; os niños y jóvenes, expuestos diariamente a una «dosis» audiovisual considerable, sin conocimiento ni análisis de estos nuevos códigos de interpretación y expresión del mundo. Pero también los grupos y responsables comunitarios (educadores, animadores, asociaciones, etc.), preferentemente de ámbitos populares.


Por último, indicar que si bien hay un gran consenso mundial, tanto en la necesidad de poner en marcha programas de educación para la comunicación, como en los objetivos y metodologías, hay en cambio una gran variedad de denominaciones para titular esta importante parcela curricular. El término «educación para los medios» se emplea actualmente en Iberoamérica. Como objeción al mismo, cabe señalar que, en un estricto sentido, la palabra «medios» en castellano, como señala Sancho (1995), es excesivamente amplia en el ámbito general e incluso a escala docente, recogiendo otros recursos didácticos ajenos a la comunicación social.


En los últimos años se ha utilizado con frecuencia el término «educación en materia de comunicación», recogiendo explícitamente el título de la traducción al castellano del libro de la UNESCO (1984): «education aux médias», traducido por la propia Organización en el mismo año. Aunque la denominación está ya asentada, tiene como principal handicap la amplitud del concepto de «comunicación» que al igual que «medios» en solitario hace referencia a otras muchas realidades, además de la comunicación social y sus medios de transmisión. Como variante se encuentra el de «educación para la comunicación», que mantiene la misma amplitud semántica, pero dando en sí cabida la educación en los medios de comunicación. Hay otras denominaciones que en las últimas décadas han ido imponiéndose con mayor o menor asentamiento, vinculadas a la especificidad de ciertas corrientes.


El término que nos parece más genérico, «educación en medios de comunicación» –o bien en plan sintético, «edu-comunicación»–, recoge, mejor que ningún otro, la traducción de la acepción que tiene en otros países la palabra inglesa «media». Además, consideramos que la preposición «en» es la que mejor define el sentido de la inclusión de los medios de comunicación con una finalidad crítica en la enseñanza, frente al sentido finalista –y consideramos también reducionista– de la preposición «para».

La inserción curricular de la educación en medios: la transversalidad


Artículo de José Ignacio Aguaded Gómez dedicado a la educación en comunicación y su relación con otras áreas de la educación.

La inserción curricular de la educación en medios: la transversalidad

La inserción curricular de la educación en medios de comunicación presenta diferentes alternativas como reflejo de las distintas corrientes y tradiciones. En síntesis, se defiende por un lado la opción de una asignatura independiente y en igualdad de condiciones con el resto de las materias curriculares, y en otra línea el tratamiento transversal, justificando la necesidad de la interdisciplinariedad, en que los medios exceden las áreas disciplinares tradicionales.

La integración de la educación en medios de comunicación dentro del currículum escolar, en suma, se puede establecer desde tres enfoques diferenciados, como apunta Area (1995), sintetizando aportes anteriores:


- Área o asignatura independiente equiparable al resto de las materias del currículum, con espacios propios para su estudio, a menudo como una asignatura de segundo orden y en conflicto con otras asignaturas por sus metodologías más innovadoras.

- Contenido (conceptual, procedimental o actitudinal) dentro de los bloques de las áreas curriculares concretas. De esta forma se rompe el planteamiento global de la comunicación y en la mayoría de los casos los medios se reducen a su vertiente de auxiliares y recursos didácticos, con lo que la función que consideramos más genuina, de análisis de la comunicación contemporánea desde una vertiente activa, esto es, crítica y lúdica, se pierde. Además, esta integración parcial depende siempre de la específica preocupación del profesorado por esta área de conocimiento.

- Tema transversal a lo largo de todo el currículum. La administración educativa española, en el proceso de la reformas educativas derivada han apostado decididamente por la inclusión de la «educación en medios de comunicación » en los diseños curriculares de los Ministerios de Educación. Tanto los objetivos de etapas y ciclos, como los de las distintas áreas recogen implícita y explícitamente –aunque de una manera muy desigual– la necesidad del uso de los medios de comunicación como nuevos contenidos relevantes, como lenguajes de comprensión e interpretación de la realidad y como nuevos medios al alcance de la mano.

Sin embargo, en la mayoría de los países, la «educación en medios de comunicación» no aparece formalmente como un área transversal, junto a los otros ámbitos reconocidos como tales, esto es, la educación ambiental, la educación del consumidor, la educación para la paz, etc.

Una enseñanza específica sobre los medios no tendría un impacto efectivo si sus métodos no se introducen en todas las otras disciplinas y no influyen en el análisis de los productos mediáticos. Sin embargo, coincidimos con Masterman (1993) en que el estudio de los medios como disciplina específica «presenta enormes ventajas», ya que hay razones imperiosas que han llevado a los especialistas a pensar que la integración curricular de disciplinas específicas sobre la educación en los medios es la mejor manera de afianzar la educación para la comunicación, en los niveles de enseñanza superiores, mientras que en educación primaria la opción más válida parece ser su integración interdisciplinar.

La educación en medios de comunicación participa ampliamente de lo que ha venido en llamarse «temas transversales», ya que los alumnos comprenden los problemas cruciales de la sociedad, elaborando un juicio crítico sobre ellos a partir del trabajo con los medios, con lo cual se determina el para qué de la educación. Además, la integración de los medios en el currículum fomenta no sólo capacidades intelectuales, sino también relaciones interpersonales, valores, actitudes, normas, estrategias y procedimientos, así como la inserción en el mundo social.

Por otro lado, la educación en medios parte de la toma de conciencia de una problemática social surgida en las últimas generaciones: el progreso y el avance tecnológico, y por tanto, refleja los intereses, los conocimientos y las ideas previas del alumnado.

Es fundamental para definir las señas de identidad del centro educativo, dado que un uso integral de este eje transversal supone la implicación de todos los sectores de la comunidad escolar y su inclusión en el proyecto de centro. Además, se favorece la relación de la escuela con su entorno, ya que los medios de comunicación vinculan a la escuela y la familia en un proceso compartido de aprendizajes y apropiaciones. En suma, la educación en medios abarca a todos los niveles y áreas del sistema educativo, trascendiendo el marco curricular.

El tratamiento de los medios de comunicación, para el acercamiento de los alumnos a la realidad cotidiana, no se limita sólo a contenidos informativos o conceptuales, sino que debe estimular y atender, puesto que sus características lo facilitan, con una dinámica didáctica adecuada y centrada en el alumno, la motivación, los valores, la interculturalidad, el pensamiento crítico, la actitud investigadora, la interdisciplinariedad y el descubrimiento y la creación de sus propios mensajes de
respuesta al medio.

Conocer críticamente los medios y saber emplear los nuevos lenguajes de forma creativa rompe definitivamente el distanciamiento entre lo que la escuela enseña y lo que los niños y chicos viven en sus hogares y en la calle (Aguaded, 1994). El empleo de los medios en todos los ámbitos curriculares, tanto horizontal como verticalmente, permite afirmar (Equipo Contrapunt, 1994) que la «educación en comunicación» más que un eje transversal, sea una «transversal de transversales», por «ser un vehículo poderoso de integración de los saberes de las distintas áreas transversales».


La inclusión o no de la «educación en medios de comunicación» como eje transversal del currículum refleja un modelo concreto de concepción de la enseñanza, así como un tipo definido de conceptualización del uso didáctico –global o parcial– de los medios de comunicación en el aula.

Razones de la educación para los medios


Artículo de José Ignacio Aguaded Gómez dedicado a orientar en la formación de receptores críticos de los medios de comunicación.
Razones de la educación para los medios
* aguaded@uhu.es
Grupo Comunicar / Universidad de Huelva (España)



El fenómeno comunicativo es, sin duda, la nota más trascendental y significativa que caracteriza la sociedad del mundo contemporáneo. Aunque en todos los períodos de la historia el hombre se ha servido de instrumentos para comunicarse, la magnificación y universalización de los medios y recursos del mundo contemporáneo han hecho que esta actividad tan específica del género humano se haga especialmente singular en nuestros días. Sin embargo, el hecho comunicativo contemporáneo no se puede entender en su complejidad se no lo situamos plenamente dentro de la revolución científica y tecnológica a la que estamos asistiendo: innovaciones técnicas cada vez más sorprendentes, mejoras tecnológicas en las condiciones laborales, aparatos de todo tipo en nuestros hogares, un maquinismo creciente en todos los órdenes de la vida, el aumento de las horas dedicadas al ocio...


Esta superación, al menos parcial, de las barreras del tiempo, del espacio e incluso de la materia, gracias al efecto de los medios de comunicación y las tecnologías de la comunicación y la información, están configurando, sin duda, un nuevo modelo de ser humano y de sociedad, como nunca había ocurrido antes en la historia y todo ello a un ritmo de vértigo. Responder reflexivamente a esta nueva sociedad de la información es cuando menos, una exigencia que todos los ciudadanos y ciudadanas deberían plantearse.


Nadie duda ya ni cuestiona la poderosa influencia cuantitativa y cualitativa que sobre los ciudadanos ejercen los medios de comunicación. Aunque si bien es cierto, los estudios de audiencia han puesto en evidencia que ésta no es plana ni uniforme y ni siquiera directa, dependiendo de muchos condicionantes personales, sociales y contextuales, la verdad es que los medios son en parte la «atmósfera que respiramos ».


La presencia de los medios a nivel social es especialmente sensible en las nuevas generaciones. De estas complejas relaciones de los niños y jóvenes con los medios de comunicación surge la necesidad de planificar y proyectar una educación para el conocimiento de estos nuevos lenguajes en el contexto de una sociedad cada vez más mediática, e indagar y reflexionar sobre cómo la educación, en general, y la enseñanza en particular, han de responder al papel central que los medios de comunicación juegan en la vida de los jóvenes.


En este sentido, creemos esencial explicitar y justificar las razones para la integración curricular de los medios de comunicación, definiendo qué entendemos por «educación en medios de comunicación», estableciendo no sólo su conceptualización, sino analizando sus objetivos, sus contenidos, y los marcos conceptuales en los que se apoya... de manera que la educación en medios de comunicación se entienda como un ámbito de estudio para la educación de la «competencia comunicativa», que supere la visión excesivamente tecnológica e instrumental, que fruto de las modas y lo atractivo de los avances tecnológicos, a menudo confunde y distorsiona las inherentes características y cualidades que los medios tienen de cara a la educación.